El misterio de tu caligrafía

En las razones del corazón no manda nadie, solo te pido que no me lo cierres por completo. Si no consigo conquistarlo, la culpa será mía.

Los sentimientos te obligan a precipitarte, presionar a la otra persona y estropear una relación que necesita tiempo para crecer.

Es evidente que el amor lo puede todo y no entiende de barreras, por eso es tan mágico e irracional.

Supongo que en el fondo todos queremos lo mismo: sentirnos queridos. Lo que ocurre es que cada uno lo expresa de forma distinta. Hay personas que son más directas, abren su corazón sin miedo a que la exposición de sus sentimientos les ocasione daños emocionales. Por el contrario, hay gente que prefiere mantenerlos ocultos, así se sienten más seguros.

También tengo derecho a la melancolía.

El protagonista solía enamorarse de una desconocida. Que se lo digan a Augusto de Niebla, o a Hang Castorp de La montaña mágica. Sabía que sus lecturas no eran las propias de su edad

se sentaba y no desaprovechaba la ocasión de disfrutar de las maravillosas historias que descubría entre las páginas del libro. Se imbuía completamente en el devenir de los personajes, que terminaban convirtiéndose en una especie de amigos imaginarios. Disfrutaba de una vida paralela al mundo real, en la que podía recluirse cuando se sentía triste y desdichado.