Toda la Rabia

al baño. Lávate los dientes. Ponte los calcetines. Ponte los zapatos. No pegues a tu hermana. Limpia

Alguna vez se le pasó por la cabeza al hombre que la mujer también tenía un derecho inalienable a la vida, la libertad y la búsqueda de su felicidad individual?», preguntó en 1855 Elizabeth Cady Stanton a su primo en una carta.

Los años de gloria son cuando están en primaria», dice Nicole, madre de dos estudiantes de secundaria en Portland. «Luego llega la educación secundaria

estudios en ciencias sociales subrayan que estamos dentro de la norma en dos aspectos.

Yo estaba en lo que viene a considerarse una baja por maternidad: me había tomado ocho semanas libres sin sueldo en la clínica donde estaba terminando mis horas de posdoctorado.

ofrenda al diablo, y a mi marido, que deseo por encima de todo que sea justo.

Cuando los hombres niegan su sexismo, hacen luz de gas a sus compañeras, agravando un problema ya de por sí doloroso al insistir en que sus orígenes claros y evidentes son elucubraciones de una mente histérica.

Quizá los hombres sean mucho más responsables de eso de lo que les gustaría admitir. Hay algo de verdad en ello», admitió finalmente

Nadie renuncia a sus privilegios voluntariamente —afirma la neurocientífica Lise Eliot—. Hay que ser muy ilustrado para hacerlo».

Recurrir a la atención limitada es comunicar que uno no está disponible, y cuando en última instancia alguien tiene que realizar la tarea, el olvidadizo hace valer su derecho a no acudir. ¿Quién tiene margen para olvidar en la crianza? ¿Quién soporta la carga de esa falta de atención?