Una corte de rosas y espinas

«Quédate con él, te va a mantener segura y las cosas van a mejorar».

Mejor morir con la frente en alto que llorando como un gusano cobarde.

La comida no está encantada, no tiene drogas y es culpa tuya si te desmayas. Así que vas a sentarte a esa mesa, Feyre, y vas a comer.

Solo a última hora de la tarde oí la voz profunda de Tamlin y la risa de Lucien, parecida a un rebuzno, ecos que atravesaron el pasillo y llegaron a mi estudio de pintura

cuando la miran, cuando la reconocen, es cuando se vuelve real.

le vendría bien que alguien le plantara cara si tenía el coraje de hacerlo,

Como una estúpida, di un paso hacia el inmortal,

«No os separéis y cuida de ellos».

altos fae seguían gobernando el norte de nuestro mundo, desde nuestra gran isla del otro lado del mar que nos separaba del

enorme continente, a través de fiordos profundísimos, tierras inhabitadas y congeladas y desiertos de arena, hasta el gran océano del otro lado. Algunos territorios de los inmortales eran imperios; dominados por reyes y reinas. Y

también había lugares como Prythian, divididos y gobernados por siete altos lores, seres de un poder tan terrorífico que, según la leyenda, eran capaces de arrasar edificios, acabar con ejércitos enteros y destruir a cualquiera antes de que esa persona pudiera parpadear una vez. Yo no lo dudaba.