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Knjige
Carolina Sanín

El ojo de la casa

Cada programa que se ve en la pantalla, en una habitación, mete en la habitación un ambiente, unos aires, una coloración. La televisión no solo es una ventana a través de la que se ve otro lugar, ni es solo una aparición; a través de ella sale de sí misma hacia la habitación. No es solo un ojo con el que la casa mira cosas que están en otra parte, sino que es también un ojo a la manera de una estrella: un ojo que emana una luz específica y, con ella, una influencia.
Cada programa se nos aparece, también, como un fantasma. Se manifiesta en la casa, el mismo lugar donde los espectros de los ancestros —o de los antiguos inquilinos, en esa otra familia que se conforma a través del tiempo por sucesivos ocupantes de un espacio, no emparentados entre ellos— se aparecen. La televisión embruja la casa. Encanta la casa. No solo permite ver lo remoto, como dice su nombre, sino que permite ver lo inaccesible: es la evidencia de la existencia de otro mundo. La televisión es una madre que no podemos abrazar, como Odiseo no puede abrazar a la suya cuando viaja al submundo.
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Vlasnik autorskih prava
Bookwire
Prvi put objavljeno
2020
Godina izdavanja
2020

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Utisci

  • tp9srpsje podelio/la utisakпрошле године
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    Como todo ensayo de esta estupenda escritora, hay un odio latente en cada página, una gota de tinta de indeleble rencor. Bastante innecesario y que no sólo entorpece la lectura sino que distancia cualquier reacción más allá del disgusto. Se llega a sentir como un regaño constante a la par que la autora se deifica. Es como si la autora deseara que uno no se pudiera asimilar a ella, y si ese es el punto, luego ¿para qué escribir un ensayo?
    El texto presenta varias preguntas que merecen ser respondidas. A la vez, él mismo funge como un prismático a través del cual una puede ver su hogar. No me había divertido tanto imaginando la arquitectura de su casa y de sus hábitos. ¿Una confesión? Siento que es información que no ha de ser revelada pero que existe por un delicioso error.
    Yosoyú es más gracioso, y menos adolorido. Me fascina ver esa poca comprensión del español, pues cada palabra está demasiado ajustada y con una naturalidad asimétrica. Es el eterno balbuceo de alguien que sabe mucho.
    Me gusta mucho la autora y también adoro sus monólogos, pero quisiera que un día escribiera algo mejor labrado, sin música clásica ni diálogos televisivos de fondo.

Citati

  • Tania Hernándezje citiralaпре 2 године
    La constante de esa representación era un gran descubrimiento: la protagonista o el protagonista no era hija o hijo de quien creía. Por eso, resultaba que podía casarse con quien quería: con quien había supuesto que era su hermano, pero no lo era, o con quien había supuesto demasiado encumbrado socialmente, pero resultaba que no lo era, pues ella, que había vivido como hija de la sirvienta, o que había vivido como hija de los señores sin saber que era hija de la sirvienta, también era, a fin de cuentas, la hija secreta de un señor.
  • Tania Hernándezje citiralaпре 2 године
    veces, en la pantalla, un hombre y una mujer se besaban. Entonces yo sentía calor. Sabía que mi hermano estaba también tenso. Me atrevía a mirarlo por el rabillo del ojo. Los nervios estallaban en risas que teníamos que ahogar, no porque los adultos fueran a regañarnos por reírnos, sino porque nos daba vergüenza dejar ver que el sexo nos alteraba; que sentíamos y presentíamos el sexo.
  • Tania Hernándezje citiralaпре 2 године
    Mientras que asistir al teatro (y también a la sala de cine) es un acto social que reúne a los espectadores —extraños entre ellos— en un lugar común para que contemplen juntos lo que puede sucederle al ser humano, ver televisión no requiere que se asista a ninguna otra parte; no requiere que nos reunamos ni que comparezcamos

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