Nosotros pensamos como hombres y ni siquiera podemos comprender nuestro mundo en su totalidad, mucho menos entendemos en forma natural un mundo tan distinto y tan emocional. El mundo de la mujer no es idéntico al del hombre y para conocerlo se necesita un hombre dispuesto a dedicar tiempo a ella y a investigar sus sentimientos y el mundo que la rodea. Es necesario que comprendamos sus sentimientos, sus angustias, sus preocupaciones, sus debilidades, sus fortalezas, su pasión. Debemos discernir qué la decepciona, qué aumenta su autoestima, qué la destruye emocionalmente y qué aumenta su estima regularmente. Debemos conocer cómo animarla, cómo evitar su decepción y cuándo es necesario saber realizar una buena confrontación. Para comprender el mundo de una mujer necesitamos poner atención a las situaciones que enfrenta y las emociones que por ser mujer experimenta. Debemos examinar sus vivencias como dueña de casa, como madre, como esposa, como parte del sistema laboral y tratar de comprenderla y apoyarla para que viva una vida realizada y normal.
Creemos conocer el mundo de nuestras esposas por el solo hecho de vivir con ellas, pero la verdad es que podemos estar juntos, aunque no unidos y podemos convivir por años superficialmente, pero nunca conocer a nuestras esposas íntimamente