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Costica Bradatan

Morir por las ideas

  • Mauricio Paredes Fernándezje citiraoпре 4 месеца
    Los filósofos-mártires acaban proyectando una sombra muy larga sobre quienes llegan después y se sienten irremediablemente intimidados por su grandeza y en deuda con ellos
  • Mauricio Paredes Fernándezje citiraoпре 4 месеца
    La muerte de Sócrates, por ejemplo, su forma de morir, se ha vuelto una parte tan inseparable de su legado filosófico que es difícil imaginarlo muriendo de viejo en su propia cama
  • Mauricio Paredes Fernándezje citiraoпре 4 месеца
    La muerte de Sócrates, por ejemplo, su forma de morir, se ha vuelto una parte tan inseparable de su legado filosófico que es difícil imaginarlo muriendo de viejo en su propia cama
  • Mauricio Paredes Fernándezje citiraoпре 4 месеца
    Sócrates había hablado persuasivamente durante toda su vida, pero murió de un modo aún más persuasivo.
  • Mauricio Paredes Fernándezje citiraoпре 4 месеца
    Así pues, tenemos que mirar la filosofía con otros ojos: en última instancia, filosofar no es pensar, hablar y escribir –ni siquiera realizar estas cosas con audacia y valentía–, sino algo más: decidirse a arriesgar el propio cuerpo.
  • Mauricio Paredes Fernándezje citiraoпре 4 месеца
    En efecto, aceptar la idea de la filosofía como práctica autotransformativa es hacerse básicamente vulnerable
  • Mauricio Paredes Fernándezje citiraoпре 4 месеца
    Según esta pensadora, saber morir es incluso más importante que saber vivir.
  • Mauricio Paredes Fernándezje citiraoпре 4 месеца
    la filosofía es un arte de vivir solo en la medida en que nos ofrece un arte de morir
  • Mauricio Paredes Fernándezje citiraoпре 4 месеца
    La filosofía propia no es un material que queda almacenado en los libros propios, sino algo que va con la persona. No es solo un «tema» del que habla el filósofo, sino algo que el filósofo personifica. Esta idea califica la filosofía como un «estilo de vida» o como un «arte de vivir».
  • Mauricio Paredes Fernándezje citiraoпре 4 месеца
    Según Moro, un rey, como simple ser humano, no podía ser cabeza visible de la Iglesia, porque «ningún seglar puede ser cabeza de la espiritualidad».
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