Balada de pájaros cantores y serpientes

Armas? No, que yo sepa. ¿Cómo iba a conseguirlas? —preguntó Coriolanus, que empezaba a divertirse.

Coriolanus se esforzó por imitar la cara de sorpresa de sus compañeros de barracón. Evidentemente, debía de ser un error, repitió con ellos.

Se habían apuntado dos agentes de la paz más, uno de veintimuchos, que aseguraba haberse presentado ya cinco veces, y otro que debía de rondar los cincuenta, edad que a Coriolanus se le antojó excesiva para aspirar a imprimirle otro rumbo a la vida.

casi toda la atención se centraba en un par de perros que sus dueños habían disfrazado de Jessup y de Lucy Gray.

aunque terminase aullando como un perro apaleado, no habría muchos ejemplos con los que compararlo.

Y Lucy Gray estaba en lo cierto: su voz transmitía autoridad. En general, su actuación había sido bastante impresionante.

l hombre nace libre; pero siempre va cargado de cadenas.

Era como los Juegos del Hambre. Solo que ellos no eran niños de los distritos. Se suponía que el Capitolio debía protegerlos.

Era como los Juegos del Hambre. Solo que ellos no eran niños de los distritos. Se suponía que el Capitolio debía protegerlos.

Su angustia incomodaba a Coriolanus, sobre todo porque él sí valoraba mucho aquella oportunidad de participar en los Juegos.