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Thierry Lulle,Yasna Contreras,Óscar Figueroa

Cambios Socio-Espaciales en las Ciudades Latinoamericanas: ¿Proceso de Gentrificación

  • lectordetinta1Q84je citiraoпре 7 месеци
    Estas ciudades coloniales, a finales del siglo XIX e inicios del XX (como es el caso de la Ciudad de México, por ejemplo), empezaron a conocer un rápida expansión demográfica y física cuando los modelos de industrialización europeos y americanos se hicieron presentes. Una de las características de muchas ciudades coloniales ha sido la degradación de su núcleo central y el aumento de su población mediante un proceso de migración intenso del campo a la ciudad. Esto definió una nueva función social de la ciudad tradicional: la de ser el lugar privilegiado para integrarse a la sociedad urbana.
  • lectordetinta1Q84je citiraoпре 7 месеци
    Los imaginarios de regreso al centro han llevado también a una revalorización de los precios inmobiliarios por la competencia que hay en los espacios tanto comerciales como, en segundo grado, residenciales. Un estudio detallado de esta evolución de precios queda por hacer en las principales ciudades latinoamericanas. Lo que es seguro es que este incremento de precios, articulado con una crisis que no parece tener fin, es un elemento negativo que induce a una mayor emigración de la población desde las áreas centrales hacia las periferias. Las acciones de recuperación del centro y aquellas que buscan especular con este mismo modelo, son inductores de efectos perversos sobre la dinámica demográfica.
  • lectordetinta1Q84je citiraoпре 7 месеци
    la venta de bienes culturales a expensas de su acceso gratuito; de la misma manera, la expansión de negocios ligados a los alimentos y a las bebidas, con una no despreciable progresión de las franquicias internacionales pero también de negocios individuales que siguen patrones similares de presentación de los productos
  • lectordetinta1Q84je citiraoпре 7 месеци
    Una dimensión crítica de estos procesos, es que el anhelo por esa vida tradicional de la ciudad pasa por alto que esta se ha construido en buena medida desde las clases populares que ocuparon y siguen ocupando los centros. Por ende, como bien lo nota Mónica Lacarrieu (2006), es necesario interrogarse sobre el patrimonio cultural no tangible que articulan esos sectores y que desaparecerá en la medida de la evicción de esos grupos de los centros. Al hacer hincapié en lo material, la gentrificación nulifica la dimensión inmaterial de un patrimonio muy real que es pieza clave de la vida urbana. De tal suerte, podemos afirmar que la gentrificación tal y como se construye en América Latina, tiende a construirse sobre la base de imágenes en tensión: por una parte las que provienen del patrimonio material (construido) legado por las clases altas, mientras que el modo de vida es herencia, esencial aunque no totalmente, de los grupos subalternos. Esa tensión que parecería buscar de manera permanente una “reconciliación” entre patrimonio material e inmaterial de grupos antagónicos genera imágenes contradictorias e ilusorias sobre la posibilidad de reconstruir la urbanidad perdida. Existe entonces un proceso de “reconstrucciones imaginativas” retomando la expresión de Lacarrieu (2007b, p. 49) que es un motor de esta “gentrificación criolla” como la nombramos en un inicio.
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    usar bicicletas rentadas
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    Reducido a un individuo aislado, poco integrado socialmente en su barrio, obligado a perder preciosas horas para desplazarse a sus lugares de trabajo, de formación educativa, de comercio o de ocio, el suburbanita se ha vuelto nostálgico de cierta vida en áreas centrales.
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    A esta tendencia a preservar y en ocasiones a recuperar para otros usos los edificios antes abandonados o degradados que dejó como legado la modernidad tradicional, se agrega una tendencia de retorno a los centros desde ciertos imaginarios sociales residenciales
  • lectordetinta1Q84je citiraoпре 7 месеци
    algunos autores como René Coulomb, especialista en el centro histórico de la Ciudad de México y exdirector del Fideicomiso del Centro Histórico de esta ciudad, considera que este proceso se lleva a cabo a inicios de los ochenta cuando las autoridades empiezan a calificar a diversos edificios como “patrimonio histórico” (Coulomb, 2010). También se debe considerar el papel de la UNESCO a través de sus declaraciones de “Patrimonio Cultural de la Humanidad” siendo ya 34 ciudades y centros declarados como tal por la institución desde 1978 en América Latina (Coulomb, 2010, p. 10). Concordamos con esta cronología. La difusión de la concepción de conservar las huellas del pasado y, en particular, el patrimonio “urbano”, corresponde a una tendencia progresiva de las sociedades actuales que resienten una suerte de nostalgia hacia el pasado.
  • lectordetinta1Q84je citiraoпре 7 месеци
    odemos observar que esta tendencia a la suburbanización está muy lejos de ser superada, salvo cuando el costo del transporte en algunas ciudades está tan elevado que la población de menores ingresos debe reincorporarse a la áreas centrales pero en condiciones de extrema marginación (construyendo casas precarias bajo puentes o durmiendo en la vía pública, por ejemplo). En varios países, como México por ejemplo, la expansión periférica acelerada es un hecho para la gran alegría y las inverosímiles ganancias de la industria de la construcción y particularmente de las inmobiliarias que se benefician además de una fuerte expansión del mercado de viviendas, gracias a políticas crediticias impulsadas por los gobiernos neoliberales y mucho más favorables para los grupos de ingresos medios y bajos. Los conjuntos periféricos de hasta 15 o 30.000 viviendas (una escala evidentemente impensable para ojos europeos y para la mayoría de las ciudades latinoamericanas), particularmente, en el sureste de la Ciudad de México, siguen a la orden del día, en un proceso aparentemente desordenado, pero atrás del cual existen auténticas “reglas del desorden” como lo señalan y comprueban acertadamente Emilio Duhau y Angela Giglia (Duhau y Giglia, 2009).
  • lectordetinta1Q84je citiraoпре 7 месеци
    La otra dimensión de la centralidad que debemos relevar y revelar, es entonces la cultural. Si bien, cierta forma de cultura ha seguido la expansión suburbana como los cines (y de forma más evidente con la articulación reciente de las salas de multicinemas con los centros comerciales), no cabe duda de que la cultura sigue siendo asunto centralizado: museos, salas de conciertos, lugares de valoración histórica que se visitan, la mayoría se ubican en las áreas centrales de las ciudades, donde además se realizan todavía muchas actividades culturales tradicionales, en particular las religiosas
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