La función Delta

cómo me enternecía, cómo me gustaba Miguel cuando adquiría sus modestas maneras de profesor empeñado en meter un vislumbre científico en el cerebro de una alumna obtusa.

Qué absurda me resulta la vida, vista ahora. ¿Para qué me he esforzado, para qué he sentido, amado, odiado, sufrido? ¿Adónde irán a parar todos mis recuerdos, todo lo que sé, toda la vida que tengo metida en la cabeza? Los libros que he leído, las películas que he visto, los conocimientos que adquirí con duro ahínco, la madurez, la experiencia. Me ha costado tantos años el construirme como soy, y ahora todo eso desaparecerá, se desintegrará sin residuos. ¿Adónde irán a parar todos los instantes que sólo yo viví y que sólo yo recuerdo? ¿Y mis sensaciones, mis debilidades, mis amores? Al morir no sólo muero yo, desaparece también mi vida ent

Porque no hay melancolía mayor que la de recordarse feliz, inerme e inconsciente ante los dolores y soledades venideros. No hay melancolía mayor que la de recordar los propios sueños antes de que se convirtieran en fracasos.

La trampa es creer que hay una sola forma posible de progreso, ésa es la trampa.

si no fuera porque en esa agitada y temprana adolescencia no has aprendido aún el significado exacto del verbo perder.

Porque la amargura de la menopausia reside en lo irreversible del proceso, en que tu cuerpo cierra una página de vida y tú no puedes detenerlo.

Es el miedo a la muerte, que va apoderándose de ti, que va mordiendo pedazos de tu vida.

No es cierto que te resignes o acostumbres con los años a la muerte.

La pasión es siempre transgresora.

no hay que dar jamás todos los datos que se poseen porque se pierde poder.