Transporte a la infancia

El mismo joven llamó a otro joven, y ese otro joven llamó a otra joven, se formó un grupo para saber en qué fila ponerme (adultos siendo estúpidos con las infancias, qué novedad).

Con el tiempo, esto que tanto critican en las revoluciones del género y los feminismos, para mí se volvió una forma de apapachar a las personas que quiero y están cerca. Limpiar puede ser relajante ante el estrés. Y a mí me gusta, desde entonces, ser ama (y dueña) de casa. Porque, como dijera Pita Amor: “Yo soy mi casa”.

Así que sí, las mujeres, todas las mujeres, parimos y damos vida… porque somos vida.

Cómo decirle a mi madre que tuvieron que pasar muchos, muchos años, para descubrir que hacer esto, escribir, era mi dar pelea a las normas y los castigos del mundo social. Y responder a la gente maldita que siempre me jodía. Ninguna agresión sin respuesta. La escritura sería en el futuro mi arma de autodefensa contra la transfobia, el abuso, la violación de derechos. Aprendí a guerrear y a pelear haciendo textos, creando discursos, usando las palabras, gritando la voz, escribiendo desde la digna rabia.

Porque ahora soy la que ha creado discursos con la voz como arma de defensa contra la misoginia y la transfobia. La voz como potencia. La voz como el canto ensordecedor, mágico e imparable de una sirena. La voz como fuego. La voz silenciada que resistió sin morir y la voz que se resistió a morir. Esta es mi voz.

Usar la palabra vida como sinónimo de reproducción y gestación de fetos es negar que la vida es mucho más, que es también una construcción de amor y emociones rebosadas de una procuración de afectos y momentos

Marcela Lagarde y su texto “La soledad y la desolación”.

Le dije que la vergüenza me la habían inventado él y todo el mundo de mierda que jamás pudo
soportar mi bendita existencia.

No quería que me vieran como quien huyó de Mazatlán, sino como alguien que se apartó para mutar.

porque la vida es mucho más de lo que pretenden vendernos en esta vitrina de la felicidad y el proyecto de un futuro “en familia”, la vida es una construcción de amor y sensibilidad, la procuración de afectos y de historias.