caóticamente en el paisaje. Inclinadas, a veces hacia el norte, a veces hacia el sur. En ocasiones en posición horizontal y completamente empinadas un poco más allá. A veces dobladas y, no lejos, fracturadas.
Describir la superficie rocosa sería una tarea imposible para las osadas mentes que lo intentaran. Sería en 1668 cuando el médico, clérigo y naturalista Nicolaus Steno publicaría las ideas que permitirían desvelar aquella naturaleza confusa de las montañas