Morir, después de todo, es dejar de existir, de pensar, de sentir... Hay sufrimientos eternos que ni la Muerte puede mitigar. Y en un mundo de brujería, de misterios más allá de la razón, en un mundo como aquél, donde oscuros secretos y nombres que nunca nadie debería pronunciar estaban al alcance de los hombres, morir es el menor de los males con que puede tropezarse uno.