Crimen y castigo

Raskólnikov miraba a Sonia y se daba cuenta de lo mucho que ella lo amaba, pero, curiosamente, de pronto sintió ese amor como una carga pesada y amarga

¡Cómo, cómo se puede vivir al margen de los hombres! ¿Qué va a ser ahora de ti

Aceptar el sufrimiento y expiar el pecado: eso es lo que tienes que hacer

Acaso maté a la vieja? ¡Me maté a mí mismo, no maté a la vieja! En realidad, acabé conmigo mismo de una vez

inclinarme o no iba a inclinarme a coger el poder; si era una criatura temblorosa o si tenía derecho

necesitaba averiguar, y cuanto antes, si yo era un piojo, como todo el mundo, o si era un hombre; si era capaz de superar todos los obstáculos; si iba a inclinarme

Y que estuviera tantos días preocupado, considerando lo que habría hecho o dejado de hacer Napoleón, me hacía sentir claramente que yo no era ningún Napoleón…

tenía. O que, si me planteaba la pregunta de si el hombre es un piojo, para mí ya no era un piojo, como sí podía serlo, en cambio, para quien no pensaba en esas cosas y seguía su camino sin hacerse preguntas

Y no vayas a creer que no sabía, por ejemplo, que, si empezaba a preguntarme y a cuestionarme si tenía o no tenía derecho a hacerme con el poder, entonces, desde luego, ese derecho ya no lo tenía

Solo quería atreverme, Sonia, ¡no hubo más razón