Oyó a Isabelle que decía: «Alec, ¿qué demonios haces...?» en el momento en que ella tropezaba cruzando de nuevo las puertas del ascensor y se volvía para mirar. Las puertas estaban cerrándose a sus espaldas, pero a través de ellas pudo ver a Alec. Estaba lanzándole una media sonrisita y hacía un gesto de indiferencia, como queriendo decir: «¿Qué otra cosa podía yo hacer?». Clary avanzó, pero ya era demasiado tarde; las puertas del ascensor se habían cerrado