Diario de un seductor

Mi alma es como un arco tendido, los pensamientos están en ella preparados cual dardos en la aljaba, sin veneno, pero dispuestos para penetrar en la sangre…

Soy amigo de la libertad y no me ocupo más que de lo que obtengo libremente.

¿Cómo podría olvidarte? ¿Y de qué tendría que acordarme entonces? Me olvidé de mí mismo para pensar en ti; y si te olvidara, tendría que volver a pensar en mí, pero en ese mismo instante tu imagen iba a resurgir delante de mi alma.

¿Cómo te podría olvidar? ¿Qué es lo que ocurriría entonces?

¿Se puede desear algo, una cosa, en el mismo momento en que se la posee? Sí, porque se piensa que podría perderse un instante después.

El corazón me palpita, pero sin pasión; el pecho se agita, pero sin inquietud; el color de la cara se altera pero con gradaciones apenas visibles. ¿Es, quizá, amor? No…

¡Maldito azar! Te aguardo. No deseo obtener la victoria con máximas ni con lo que los locos denominan carácter. No, yo deseo poetizarte. No deseo ser poeta para los demás; descúbrete y yo seré tu poeta… Luego, podré alimentarme de mi propia poesía, que será mi único alimento.

Oderint, dum metuant, odiarán mientras teman, se dice, como si el temor y el odio pudieran estar juntos y no pudieran estarlo el amor y el temor. ¿No se torna más interesante el amor, allí donde comienza el temor?

En el cielo hay nubes oscuras… nubes oscuras de tormenta, que parecen casi negras cejas contraídas en el rostro apasionado del cielo. Los árboles del bosque se agitan como si inquietos sueños los persiguieran atormentados. En el bosque te perdí de vista. Ahora veo entre las plantas que se parecen a ti, pero que desaparecen apenas me acerco.

El ambiente tiene, además, un especial valor para los recuerdos futuros. Debemos vivir cualquier amor, con tan perfecta intensidad como para evocar siempre a nuestro albedrío una imagen mental que encierre toda la belleza.

soy un esteta, un artista del amor y creo en el amor; comprendí la esencia del amor y su interés, conozco todos sus secretos y tengo al respecto mis propias ideas; creo, efectivamente, que una historia de amor debe durar a lo sumo medio año y que toda relación debe cesar ipso facto en cuanto ya nada queda por disfrutar.