Cumbres Borrascosas

Aunque nada le dije, si es cierto que los ojos hablan, los míos debían delatar mi locura por ella.

Hazlo, pues, sígueme, hasta que me enloquezcas. Pero no me dejes solo en este abismo. ¡No puedo vivir sin mi vida! ¡No puedo vivir sin mi alma!

pero él nunca llegará a saber cuánto le quiero, y no porque sea guapo, sino porque hay más de mí en él que en mí misma

Por fortuna para mi sensible corazon, aquella mirada no manifestaba en aquel momento más que desdén y una especie de desesperación, que resultaba increíble en unos ojos tan hermosos.

—Eso es lo peor de todo. Y dígame: ¿cómo le ama usted?

—Como todo el mundo, Elena. ¡Pareces boba!

—No lo crea... Contésteme.

—Pues amo el suelo en que pone los pies, y el aire que le rodea, y todo lo que toca, y todas las palabras que pronuncia, y todo lo que mira y todo lo que hace... ¡Le amo enteramente!

¡Amo a quien me mata! Pero ¿cómo puedo perdonar a quien te mata a ti?

Casarme con Heathcliff sería rebajarnos, pero él nunca llegará a saber cuánto le quiero, y no porque sea guapo, sino porque hay más de mí en él que en mí misma. No sé qué composición tendrán nuestras almas, pero sea de lo que sea, la suya es igual a la mía, y en cambio la de Eduardo es tan diferente como el rayo lo es de la luz de la luna, o la nieve de la llama.

El mundo es para mí una espantosa colección de recuerdos diciéndome que ella vivió y que la he perdido.

No aspiro a otra felicidad que a la de morir yo o verle muerto a él

En ocasiones he soñado cosas que no he olvidado nunca y que han cambiado mi modo de pensar. Han pasado por mi alma y le han dado un color nuevo, como cuando al agua se le agrega vino.