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Knjige
Marina Closs

Tres truenos

  • Yaz Arreolaje citiralaпре 9 месеци
    Sí, yo tuve un hijo así, pero también tuve un hijo de matrimonio. Allá, donde monte, se vive en matrimonio muy temprano. Antes de que en una exista la inquietud del hombre. Es querido por la mujer. No el hombre, sino el matrimonio. La mujer puede vivir, en matrimonio, fuera de la casa en que nació, la suya, la que ya no soporta. Por eso toda mujer quiere casarse. Pero no sabe lo que hace. La madre y las abuelas no le cuentan.
  • Yaz Arreolaje citiralaпре 9 месеци
    El verdadero amor no es una persona, sino un gesto en el cuerpo. Cuando Giselle estira los brazos, cuando yo trato de tragarme algo, siento verdadero amor».
  • Yaz Arreolaje citiralaпре 9 месеци
    Pero sos jovencita. Tenés tiempo para volver a probar… —Probar es raro, porque también a vos te están probando —le respondo.
  • Yaz Arreolaje citiralaпре 9 месеци
    Si me alejo otra vez, me muero, señor y señora. Es del diablo. Escaparme con él es también del diablo. Sin embargo, señor, señora, escaparse es hermoso y morir es lo único que no tiene remedio
  • Yaz Arreolaje citiralaпре 9 месеци
    No soy tan vieja, ey. O soy y punto, pero me embaracé y tuve que volver, porque no puedo quedar sola. La fertilidad de una mujer es dura. Una se entierra a sí misma en las vidas futuras de sus hijos
  • Yaz Arreolaje citiralaпре 9 месеци
    El agua es una mala madre. Su abrazo corta en dos, ahoga. El agua no es una madre: alrededor del cuello, es una soga
  • Yaz Arreolaje citiralaпре 9 месеци
    Pero ahora estoy cansada, déjeme que me vaya, me perdone. Tuve un amor, un marido y un hijo. Tuve además otra piel. Hubiera sido de otro modo, si ahora aún fuera virgen
  • Yaz Arreolaje citiralaпре 9 месеци
    El marido ya no nos tumbará —nos dijimos una a la otra—. No se llenará de alcohol para llenarnos de hijos. El marido está muerto. Fue voluntad de Tupá.
    No estábamos contentas, pero tampoco tristes.
  • Yaz Arreolaje citiralaпре 9 месеци
    Cuando mi marido murió por el arma de otro, aquel que lo mató, allá en el monte, yo sentí que era libre, que podía otra vez sentarme cuñataí en un rincón, a tener yo sola un pensamiento. Yo estaba tan feliz, a mi modo,
  • Yaz Arreolaje citiralaпре 10 месеци
    Pero Marcelo lloraba como si tuviese todas las heridas abriéndose.
    —Ya está, ¿qué querés? Naciste —le decíamos nosotras. Mi cuñada, hamacándole, tomándole el pelo como una madre. Yo, en cambio, hablándole en serio, como un padre:
    —Ya está, si naciste, naciste. No es que puedas volver atrás. Es así.
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