Un ejemplo muy significativo es el de Ovidio, en su narración sobre Ifis, ya comentada en el capítulo anterior. La muchacha cretense, criada como un niño para evitar un infanticidio, se enamoró de la muchacha con la que su padre, engañado, la había comprometido. Ante el inminente desastre, tanto ella como su madre, Teletusa, pidieron ayuda a Isis, que la convirtió en un hombre para que pudiera casarse sin problemas y vivir la vida que le había sido asignada. Hay que recordar que, a diferencia de Medea, el padre (de nombre Ligdo en este caso), sí tenía la capacidad de abandonar o matar a sus hijos, pese a las súplicas y lágrimas de su madre.