justo es también una prisión. Hoy el lugar correcto, el único lugar que Massachusetts ha provisto para sus más libres y menos desalentados espíritus, está en sus cárceles, para que sean desterrados y expulsados del Estado por propia ley de este, como ya se han auto-desterrado por sus principios. Es ahí donde el esclavo fugitivo, el prisionero mexicano en libertad condicional y el indio que llegan para abogar por los males de su raza, deberían encontrarlos; en ese apartado lugar pero mucho más libre y honroso, un sitio donde el Estado coloca a todos los que no están con él, sino contra él; la única casa en un Estado esclavista donde el hombre libre puede habitar con honor. Si alguien cree que su influencia ahí se perdería y que sus voces ya no afligirían el oído del Estado, que no serían como un enemigo dentro de sus muros, no saben cuánto más fuerte es la verdad que el error ni cuanto más elocuente y eficazmente puede com