Cuando volvemos a ver, al cabo de largo tiempo, una película que ya hemos visto, nos causa una impresión totalmente distinta a la de la primera vez que la vimos. La película no ha cambiado, pero en ese momento comprendemos que somos nosotros los que hemos cambiado. Si la vida fuese una película, la visión que tenemos de ella cambiaría cada vez que la viéramos.