Fenomenología de la experiencia estética

Esta pequeña investigación previa no tiene otro fin que el de clarificar nuestra percepción del objeto estético. Volveremos sobre este punto cuando describamos esta percepción.

Pero la experiencia estética, que es una experiencia perceptiva, impone la evidencia de que lo percibido no es solo lo representado y que el objeto siempre es algo ya constituido: en consecuencia, el objeto estético remite a la obra y es inseparable de ella.

Estaremos, sí, ante la obra, pero sería absurdo seguir considerándola como el correlato de una percepción distraída o torpe; pues precisamente la obra pierde su sentido cuando se desconoce o ignora el objeto estético al que puede dar lugar.

solo atentos a la manera en que se ejecuta la obra o cómo está compuesta,

Ya que puede ocurrir que el objeto estético se esfume: lo que sucedería si, en la ópera, estuviésemos

hay otra condición, independiente de la ejecución, en el acontecimiento del objeto estético: la percepción que lo reconoce como tal.

La obra de arte es lo que queda del objeto estético cuando no es percibido, el objeto estético en el estado de posible, esperando su epifanía.

ya que si no estamos tan embargados como para llamar al médico para que cure a Tristán, sí que lo estamos como para conmovernos, temer, esperar, vivir, de alguna manera, con él; solo los sentimientos experimentados no son completamente reales en la medida que son platónicos, inactivos; se les experimenta como si no estuviésemos invadidos por ellos

¿cómo se distingue el objeto estético de la obra de arte?

Así pues, todo lo que diremos de la obra de arte es válido para el objeto estético, y los dos términos pueden confundirse. Pero, donde importa no obstante separarlos es: 1.º Cuando describamos la percepción estética en tanto que tal, porque su correlato es entonces propiamente el objeto estético, y 2.º Cuando consideremos las estructuras objetivas de la obra de arte, pues la reflexión sobre estas estructuras implica precisamente que se sustituye la reflexión por la percepción, que se deja de percibir el objeto para estudiarlo como mera ocasión perceptiva, lo que por otra parte hace aparecer en él la exigencia de una percepción estética.