El Aliento De Los Dioses

—Mi vida a la tuya —dijo Sondeluz—. Mi aliento es tuyo.

—Mi vida a la tuya —dijo Sondeluz—. Mi aliento es tuyo.

Eres un dios. Para mí, al menos. No importa lo fácilmente que se te pueda matar, cuánto aliento tengas o cuál sea tu aspecto. Tiene que ver con lo que eres y lo que significas.

Eres un dios. Para mí, al menos. No importa lo fácilmente que se te pueda matar, cuánto aliento tengas o cuál sea tu aspecto. Tiene que ver con lo que eres y lo que significas.

Creo que hemos conseguido algo hoy. He huido de mis responsabilidades, le he gritado a mis sirvientes y me he quedado sentado rezongando. Sin duda, esto convencerá a todo el mudo de que soy aún más noble y honorable de lo que creían.

Quiero decir, tenemos que morir para curar a uno de ellos. ¿No te parece ridículo? ¿Qué clase de religión anima a sus miembros a venir a pedir la vida de su dios? —Sacudió la cabeza—. Es irónico. Somos dioses para ellos solo hasta que nos matan. Y creo que hasta sé por qué los dioses ceden. Son esas peticiones, estar ahí obligado a sentarte día tras día, sabiendo que podrías salvar a uno de ellos… y que probablemente deberías hacerlo, ya que tu vida no vale nada. Eso es suficiente para volver loco a un hombre. ¡Suficiente para impulsarlo al suicidio! —Sonrió, mirando a su sumo sacerdote—. Suicidio por manifestación divina. Muy dramático.

ira del rey-dios —pensó adormilada— es desde luego menos terrible de lo que decían».

ira del rey-dios —pensó adormilada— es desde luego menos terrible de lo que decían».

ira del rey-dios —pensó adormilada— es desde luego menos terrible de lo que decían».

Ambiciosa —comentó, mientras su loro remedaba el silbido.