La violencia invisible

Cuando estamos perdidos frente a una elección, nunca dudemos en preguntarnos a dónde nos llevaría la vida.

Es muy importante, antes de emprender cualquier acción, preguntarnos cuál es nuestro verdadero propósito. De lo contrario, corremos el riesgo de hacer falsas promesas, mentir a los demás y mentirnos a nosotros mismos.

Incluso ya adultos, nos preocupa que no coincidan la idea que nos hacemos de nosotros mismos con la idea de lo que los otros pudieran esperar de nosotros.

Es precisamente la incapacidad de observarse a sí mismo lo que conduce a las patologías del narcisismo como verdugo o como víctima

Vivimos mucho fuera de nosotros mismos, nuestras angustias provienen en gran parte del miedo a perder el amor del otro o del miedo al policía.

Cuando yo cambio, el mundo cambia a mi alrededor.

Además, como ya hemos visto, se necesita energía (contrainvestidura) para mantener reprimida la tensión, que de otra manera solo estaría esperando el momento de expresarse. De modo que el mero hecho de concienciar, de expresar los problemas de uno, permite recuperar mucha de esa energía

No cuidarse es una violencia que nos imponemos a nosotros mismos y a los demás.

En suma, el mero hecho de concienciar y expresar nuestros problemas permite recuperar la energía invertida en la contrainvestidura.

Una vez más, la ausencia de conflicto, aunque invisible, es de una inaudita violencia.