Investigaciones de un perro

. Quizá la verdad no estaba tan lejos y yo no estaba tan abandonado como pensaba, quizá no había sido abandonado por los demás, sino por mí mismo, al fracasar y dejarme morir.

e mis hermanos no me separaba un corto trayecto, pensaba, sino una infinita lejanía, y no moría de hambre sino a causa del abandono. Era evidente que nadie se preocupaba por mí, nadie debajo de la tierra, ni sobre ella, ni tampoco en las alturas; la indiferencia me estaba matando; su indiferencia decía: “se está muriendo” y bien podía suceder. ¿Acaso no coincidía yo con ellos? ¿No pensaba igual? ¿No había deseado aquel abandono?

El hambre es el camino; lo más elevado –si acaso es posible alcanzarlo– sólo se alcanza con el esfuerzo más elevado

“Esto es el hambre”, me repetí mil veces, como si quisiera hacerme creer que el hambre y yo éramos, todavía, dos seres distintos, que podía sacármela de encima como si fuera un amante molesto, cuando, en cambio, éramos dolorosamente uno, y cuando me decía: “esto es el hambre”, en realidad era el hambre el que hablaba y se reía de mí.

después de haberme sentido rechazado en lo más profundo de mi ser y de haber incendiado, como un salvaje, los muros de la tradición de mi pueblo, era admitido con todos los honores en la ciencia, me envolvería el anhelado calor de las multitudes caninas

En mi imaginación, me ganaba el perdón de la ciencia, en ella se abría un espacio para mis investigaciones, en mis oídos sonaban palabras de consuelo, porque si mis trabajos eran exitosos, no estaría perdido para la vida canina; la ciencia reconocería mi trabajo con benevolencia, ella misma se encargaría de la interpretación de mis resultados, bastaba con esa promesa para sentirme realizado

¿Acaso no sería más razonable pensar que en todos los perros siempre tuve compañeros, que todos se esforzaron a su manera, que fracasaron a su manera, que todos callaron o hablaron con perspicacia a su manera, como sucede con la investigación?

¿no callamos todos de la misma manera? ¿Qué me impide creer que todos son mis compañeros, que no sólo en ocasiones muy raras estuve acompañado de algún investigador, olvidado y perdido en sus insignificantes resultados, y con quien me era imposible comunicarme a causa de la oscuridad de la época o la confusión del presente

Quizá es así como formula sus preguntas, y yo lo decepciono como él me decepciona a mí

“¿Acaso sos, a tu manera, mi congénere? ¿Te avergonzás porque todo en la vida te salió mal? Yo también. Cuando estoy solo, lloro por eso; vení, llorar en compañía es más reconfortante”