La violencia contra las mujeres es un tópico detestable. Pero depende de lo que el autor espere de las lectoras, si no les pides que disfruten con tu sadismo, lo que las convertiría en masoquistas. Siempre supo que a Edward le gustaba la violencia, a pesar de que en teoría le repugnaba. La violencia de su contención, su delicadeza deliberada, su pacifismo secretamente iracundo.