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Knjige
Virginia Higa

Los sorrentinos

  • Fernandoje citiraoпре 2 године
    ¡Boh! No se rían de la prima Dorita. No es vanidosa, le falta pensamiento abstracto.
  • Fernandoje citiraoпре 2 године
    Manuel, el hermano mayor de Virginia que había administrado Don Casimiro, tampoco había estudiado una carrera ni tenía profesión porque había confiado en hacerse cargo algún día de los negocios familiares. Antes de la apertura del restaurante, sus días habían consistido en salir con sus amigos, dar órdenes a los empleados del padre e ir al casino. Después del cierre, y a pesar de sentirse responsable por el fracaso comercial, retomó esas actividades para estar más tiempo fuera de casa.
  • Fernandoje citiraoпре 2 године
    Virginia, que ya tenía sus propios hijos, se lamentaba en la mesa de no haber heredado los ojos celestes de su padre piamontés. Después de la muerte de Elvio, y durante muchos años, adquirió la costumbre de hacerlo responsable de muchos de sus propios fracasos. Decía que no la había dejado estudiar y que la había obligado a casarse, cuando lo que ella realmente había querido era ser detective o actriz de cine, y entrar por la alfombra roja del festival de Mar del Plata del brazo de Errol Flynn.

    –Si yo hubiese tenido ojos celestes –decía–, habría triunfado en la vida.
  • Fernandoje citiraoпре 2 године
    En la habitación de empapelado amarillo, un único rayo de sol hacía bailar las motas de polvo que atravesaban el aire.
  • Fernandoje citiraoпре 2 године
    Sus nietos guardaron ese recuerdo mucho tiempo, como se guarda un tesoro. A veces, no con demasiada frecuencia, para que no se estropeara, lo sacaban a la luz
  • Fernandoje citiraoпре 2 године
    Cuando le preguntaban si quería vermicelli o tagliatelle, ella respondía: “¡Me da lo mismo! En la panza todo se mezcla y tiene la misma forma”.

    Carmela y Electra abrían grandes los ojos y se miraban en silencio, profundamente escandalizadas de que alguien con tan poca sensibilidad para la comida llevara adelante un negocio gastronómico.
  • Fernandoje citiraoпре 2 године
    boca de catroshas, y eso les venía de hablar con la lengua afuera frunciendo los labios y también de hacer otras cosas de catroshas con la boca.
  • Fernandoje citiraoпре 2 године
    nadie sabía adivinar su edad porque era baja y huesuda como una anciana, pero tenía la piel lisa y luminosa que solo tienen las mujeres muy jóvenes y algunas monjas.
  • Fernandoje citiraoпре 2 године
    La familia consideraba que los buenos modales en la mesa eran la manifestación externa de un alma noble.
  • b8425996577je citiraoпре 2 године
    Un niño o una mujer que se alimentara como un pajarito pueden comer un solo sorrentino con total dignidad. El sorrentino se puede cortar tres o cuatro veces, y el pedacito resultante sería un bocado tan decente como cualquier raviol. “Cada pasta tiene su personalidad”, decía el Chiche
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