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Knjige
Pablo Ramos

La ley de la ferocidad

  • César Alejandroje citiraoпрошле године
    Unas viejas sostienen el mundo rezando el rosario. Seis viejas. Deben ser las tortugas en las que se apoya la Tierra
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    entender que vine al mundo a cumplir un destino, que debo encontrar ese destino y aceptar que cada cosa que pienso por mi cuenta es una mierda enferma porque la enfermedad del alcohol es para siempre y que hasta el día en que me muera voy a tener que preguntarle a otra persona lo que es más conveniente para mí.
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    y comentábamos en voz alta lo que habíamos sentido y pensado al escuchar la reflexión del día. Cuando decía «sentido y pensado», el hijo de puta del criador de conejos se tocaba el pecho y la cabeza respectivamente, como para indicarnos en dónde se suponía que teníamos que tener el alma y la conciencia. Nosotros, por supuesto, lo que es él las debía tener en el culo.
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    cosas que ese libro decía, el tono exagerado y solemne con que intentaban componer fábulas moralizantes sobre el bien y el mal, sobre la posibilidad de elegir siempre la felicidad como si fuera un melón maduro para la cena, son verdaderamente irreproducibles. Creo que valor terapéutico tenía, porque uno nomás de escucharlo quería reinsertarse en la sociedad inmediatamente, consumir celulares, microondas, cambiar el auto todos los años, meterse en créditos, pagar las facturas en fecha, tener hijos, amantes, comer fideos todos los domingos en casa de suegros radicales o peronistas, cualquier cosa que lo mantuviera lejos del «Camino del sol».
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    Un señor viejo que exigía su derecho a la eutanasia y gritaba todo el día que lo mataran, que se había cansado de vivir.
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    Odio a las palomas y soy paloma, odio a las ratas y soy rata.
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    en la página 15 sucedía un diálogo entre una muchacha y un bastardo que era el protagonista de la novela y que a esa altura ya estaba definido como un borracho perdido, como un exagerado, como un loco dueño de una lucidez desbordada y desbordante, pero soberbio como un boxeador invicto.
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    no soy un depredador sino un destructor, no encuentro placer en lo que hago ni tampoco lo hago por necesidad.
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    No es el mellizo el que atiende, pero es igual al mellizo.
  • César Alejandroje citiraoпрошле године
    No fue nada, no fuiste nada. Una posibilidad de ternura en medio de un huracán. ¿Cómo acariciar a alguien si damos vueltas y vueltas a quinientos kilómetros por hora? ¿Cómo sacar la mano del remolino y tocar a alguien sin arrancarle la cabeza?
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