La intimidad

Reconozco que se trata de una idea algo oxidada, pero en mi cabecita siempre ha parecido tener sentido. Debemos portarnos mal, desperdiciarlo todo, malgastar el dinero y el amor para reencontrarnos con la primera libertad total

Lo siento, no quiero seguir con esto, pero te digo un año para que tengas muchos días para darte cuenta de cómo era realmente y que acabes sabiendo que esto que digo de un año es mentira, que estarás mejor sin mí, que no nos vamos a arrepentir y nos acostumbraremos a estar el uno sin el otro.

Ahora bien, he aquí la verdad: te digo que me des un año de nada para que pienses que, cuando te canses o no puedas aguantarlo más, creas que me lo puedes quitar. Que podemos volver cuando tu quieras, pero no será así

Nos da la sensación de que somos libres cuando elegimos qué vamos a hacer el fin de semana, cuando afirmamos que nos inclinamos por una tendencia política u otra, también al comprar y vender, al empezar en un nuevo trabajo o cuando

Nos da la sensación de que somos libres cuando elegimos qué vamos a hacer el fin de semana, cuando afirmamos que nos inclinamos por una tendencia política u otra, también al comprar y vender, al empezar en un nuevo trabajo o cuando dimitimos de uno que ya no nos gusta. La capacidad de decisión es el mejor vehículo de adaptación hacia lo represivo. Por eso, nada llega a desbordar; ese momento nunca llega. Los bordes nunca exceden. Entonces, ¿es necesario arruinarlo todo

Éramos de los que pensaban que todo debía desbordar para sentirlo de verdad

Un recuerdo que puedes reproducir las veces que quieras es la peor arma de destrucción masiva para un corazón como el mío. Más vídeos. Vero sentada en un banco de la Plaza de la Luna, unas palomas corretean a su alrededor —lo paso inmediatamente y salto a otro—. Un vídeo de mi párpado temblando; cuando se detiene, me enfoco a la cara y suspiro muy irritada, miro hacia un lado y dejo de grabar, ojos blanquecinos. Otro vídeo. Una mujer gritando en la calle. Lo grabé desde el balcón del piso de Madrid porque me llamó la atención; no me acordé de

El sentimiento general de verte obligado a dar una razón que justifique una elección delata, sobre todo, una limitación especulativa. «Vaya, gracias»

El sofá como una sinécdoque perfecta. La parte por el todo. Gaspar, ¿sinécdoque de amor? Imposible salir de ahí

adecuadamente—, pero necesito saber cómo hubiera sido confesar esos deseos