El matrimonio anarquista

Un matrimonio es la declaración pública de que hay un otro al que queremos como hogar y como casa frente a la hostilidad del mundo.

somos hermosos e inútiles y no tendremos continuidad. Somos una institución que al morir arrasará consigo misma. Seremos, entonces sí, el matrimonio anarquista que no fuimos en vida.
Pólvora y sedimento.
Nada.

habría añadido que el matrimonio es un manojo de días corrientes. Días que no son nada y que de repente emergen con su vital importancia.

«Dos personas que se enamoran son dos infancias que se entienden mutuamente»; creo que es la definición de enamoramiento más acertada que he leído en mi vida. Veo al niño que fuiste y me conmuevo; veo en el niño que fuiste a la niña que fui y siento de nuevo una honda compasión. Casarse es reconstruir el propio espacio interior desde la interioridad del otro. Casarse significa también hacerse más grande y ajeno, inventar un territorio común donde ser más libres y amarse mejor.

la idea de que el amor que sienten es el lugar exacto en el que deben estar

Un cuerpo disciplinado en exceso acaba por ser fascista, un esterilizador cruel.

ser estricta con el cuerpo me calma la irritación que me produce estar viva.

abolir el sistema opresor del trabajo y del dinero y sus leyes masculinas

El deseo es potencia que quiere acontecer y hacerse materia. No es una fantasía que se queda en el limbo, enquistada y doliendo. No. Eso tan feo no puede llamarse anhelo.

Leemos a Haraway y sabemos que formamos parte del compost que nutre la tierra, que vivimos en una fluidez matérica inaprensible,