La palabra con la que definimos a una persona no es sólo una palabra, sino a la vez el centro y el punto de fuga de un haz de relaciones. Mi abuela era también la madre de mi madre pero, a pesar de ser ambas la misma persona, la historia de mi abuela es una y la de la madre de mi madre, otra. Aparte de esas dos historias, existe una tercera: la de la esposa de mi abuelo. Y también una cuarta: la de la hija de mi bisabuela (de ésta apenas conozco algunos breves episodios). Y, evidentemente, existen otras historias más aunque, sin lugar a dudas, la que más me interesa, por serme la más próxima, es la de mi abuela.