Geishas rivales

Para ella los hombres o, en potencia, todos los clientes, eran seres que actuaban como animales cuando bebían alcohol y se emborrachaban. No es que hubiera llegado a semejante conclusión por alguna razón especial, sino que parecía haber pensado siempre así.

Esta ambivalencia era festejada por los entendidos, que afirmaban que la posición de Nanso como crítico teatral, no obstante la baja estima en que se tenía él mismo, poseía un vigor siempre sorprendente, incluso en ámbitos inesperados.

En el cielo las estrellas brillan con frescura y en las sienes de la geisha el viento nocturno juguetea con su cabello.

Y, si no hay una relación estrecha entre los sentimiento del que escucha y del que actúa, no hay arte que valga. ¿Verdad que es así?

La guadaña de la muerte no respeta a nadie y, ya ve usted, lo mismo siega lo duro que lo maduro. No hay nada más difícil de entender en la vida que el destino…

–Es extraño, ¿no? Cuando pasa demasiado tiempo, nos sentimos extraños sin querer, ¿verdad?

Devorada por los celos y consumida por el amor, el teatro se ha hecho verdad en esta mujer de carne y hueso cuyo cerebro ha empezado a corroer el gusano de la perturbación mental.

Que fuera la luna, de niño yo no sabía,
y la llamaba «plato redondo y blanco».
Que fuera, yo sospechaba también,
el espejo de un palacio muy alto
donde vivían las hadas y que volando un día
se quedó colgado tras las nubes blancas