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Eva Muñoz

Lascivia

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  • .je citiralaпре 21 дана
    Sabes que estás ligada hasta los huesos cuando aquellas sencillas cosas te resultan únicas y maravillosas. ¿Qué hay de especial en tumbarte sobre alguien y escucharlo respirar? Nada, pero cuando quieres, esa simple tarea es como ganar la lotería.

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  • Mariana Castellanosje citiraoјуче
    lado. ¿Crees que estar liada con dos hombres es el mayor de tus problemas? Estás equivocada, bella.
    Los ojos me pesan, la cabeza me da vueltas, las manos me sudan y el cuello me duele.
    —Sabes jugar sucio, mi principessa, tienes un estúpido enamorado a tus pies y un desalmado que solo quiere verte arder en su cama. —Se ríe—. Yo soy una combinación de ambos, de los que tanto te roban el sueño, solo que de mis brazos no saldrás bien librada.
  • Mariana Castellanosje citiraoјуче
    —Mi Rachel… —Hunde la nariz en mi cabello.
    —Jamás seré tu Rachel.
  • Mariana Castellanosje citiraoјуче
    —No, principessa. No te mataré todavía, primero tengo que tenerte de todas las maneras posibles, debo saciar estas incontrolables ganas que tengo de ti. —Me toma del cabello—. Debo disfrutar ese cuerpo de cagna que tienes.
    —Si no me matas ya —lo amenazo—, seré yo la que te mate a ti, y yo no te violaré como violan ustedes a sus víctimas. Yo te volaré los sesos sin dudar.
    —Mírate —se burla—. Te atreves a amenazarme sin tener la fuerza de moverte, sabiendo que este juego lo estoy ganando yo… ¿Quién ha encontrado a quién primero?
    Guardo silencio mirándolo a los ojos.
    —Yo a ti, preciosa. Tú me buscas por miedo, mientras yo te busco porque quiero tenerte y saldar la deuda que tenemos pendiente.
  • Mariana Castellanosje citiraoјуче
    Saca el arma que tiene en la parte baja de la espalda y el cañón brilla bajo las luces del hospital.
    —Nos buscamos e investigamos con las mismas ganas, preciosa. Como perros ansiando la presa. Nos investigamos tanto que diré que te veías hermosa con el vestido que llevabas puesto en la fiesta del hotel. —Se posa frente a mí paseando el arma por mi mentón—. Eres hermosa, pese a estar así convaleciente y tirada en una cama.
    Apoya los labios en mi frente inundando mis fosas nasales con su aroma (tabaco y loción).
    —Eres hermosa, Rachel —baja besándome la punta de la nariz—, y tal belleza te mantiene viva porque llevo noches soñando con este momento. Soñando con tenerte cerca y tocarte, convenciéndome de que eres real y tarde o temprano serás mía.
  • Mariana Castellanosje citiraoпрекјуче
    —Ya entró un equipo, señor —responde el capitán Thompson abriéndose paso entre la gente—. Lo único que hay tras esos muros son cadáveres. Los supervivientes estamos aquí.
    Un dolor agudo me perfora debajo de las costillas cuando todo empieza a nublarse.
    «No lo veo, él no está aquí».
    —¡No me vengas con mamadas! —grita el general, histérico—. ¡Christopher Morgan no ha salido de ese puto mierdero!
    —A eso voy, señor —contesta, nervioso—, creo que el coronel es uno de los soldados caídos en batalla, no salió con el resto de los heridos.
    El dolor es un puñal en el corazón y avanza hasta mi pecho impidiendo el paso del oxígeno, abandono los brazos de Bratt y todo se vuelve oscuro al desmayarme cuando el asma me ataca con más fuerza.
  • Mariana Castellanosje citiraoпрекјуче
    Todo tiene sentido ahora, uno de los secuestrados es la hija de John Bolguenman, capitán del escuadrón antiexplosivos. El accidente de la adolescente de diecisiete años fue el encabezado del periódico la semana pasada, fue él quien dio el informe sobre el área despejada, fue el primero en llegar e intentar negociar antes que la policía y fue él quien rindió el informe mal. «Los Halcones lo usaron y el objetivo era hacernos entrar», concluyo.
  • Mariana Castellanosje citiraoпрекјуче
    Huele a peligro, por tonto que se oiga es así, como seres humanos tenemos la cualidad de presentir cuándo algo no anda bien.
  • Mariana Castellanosje citiraoпрекјуче
    —¡Despejen el área! —vociferan con un megáfono en una de las ventanas del edificio—. ¡O todos mueren!
    —¡Ríndanse! —contesta la policía—. ¡No hay salida! ¡Eviten ser bombardeados!
    —¡Basta de tonterías! —El general se une a la mesa—. No tengo genio para esto. Atacaremos y acabaremos con estas payasadas, al igual, solo son veinte secuestradores.
    —No me parece prudente, es la mafia italiana —interviene Christopher—. No se van a tomar un hospital por dos rehenes y, si los atacamos, corremos el riesgo de darles lo que quieren.
  • Mariana Castellanosje citiraoпрекјуче
    Evoco los momentos, los besos desesperados, los apretones y embestidas. La adrenalina del momento, mi orgasmo, su derrame… La colisión de los dos sacando chispas y explotando la mierda que salpica a todo el mundo.
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