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Ignacio Manuel Altamirano

El Zarco

  • Casandra Gómezje citiraoпре 6 месеци
    Era la ley de la salud pública armando a la honradez con el rayo de la muerte.
  • Casandra Gómezje citiraoпре 6 месеци
    Martín Sánchez era la indignación social hecha hombre.
  • Casandra Gómezje citiraoпре 6 месеци
    pero viendo que arrojaba sangre por la boca, y que estaba rígida y que se iba enfriando, dijeron al jefe:
  • Casandra Gómezje citiraoпре 6 месеци
    Sí, déjate esa corona, Pilar; tú quieres casarte con el indio herrero; pero yo soy la que tengo la corona de rosas… ¡yo no quiero casarme, yo quiero ser la querida del Zarco, un ladrón!…
  • Casandra Gómezje citiraoпре 6 месеци
    rama en que cantaba el tecolote!… ¡Bien lo decía yo!… ¡Adiós, Manuelita!
  • Casandra Gómezje citiraoпре 6 месеци
    peor para ti si fuiste traidor con los tuyos.
  • Casandra Gómezje citiraoпре 6 месеци
    –¿Yo? –insistió el Tigre–, ¿yo que le di a usted el aviso para que viniera, y que le dije a usted de las señas del camino que seguíamos, y que le avisé que tendría yo un pañuelo colorado en el sombrero para que me distinguiera?
  • Casandra Gómezje citiraoпре 6 месеци
    la noche anterior se había celebrado el matrimonio civil, delante del juez recién nombrado, porque la ley de Reforma acababa de establecerse, y en Yautepec como en todos los pueblos de la República, estaba siendo una novedad. Nicolás, buen ciudadano, ante todo, se había conformado a ella con sincero acatamiento.
    Pero todavía en ese tiempo, como ahora mismo, la fiesta de bodas se reservaba para el matrimonio religioso. Los novios, pues, se presentaron ante el altar.
  • Casandra Gómezje citiraoпре 6 месеци
    Por aquí hay un señor que usa peluca güera, que toma polvos en caja de oro, y que recibe cada mes un gran sueldo de los bandidos. Ese da pasaportes a los hacendados para que pasen sus cargamentos de azúcar y de aguardiente sin novedad, pagando por supuesto una fuerte contribución. E
  • Casandra Gómezje citiraoпре 6 месеци
    Juárez no era entonces el magistrado de autoridad incontestable y aceptada, ante cuya personalidad se inclinaran todos, como lo fue mucho más tarde.
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