La guerra que perdimos

–Para el Estado todo lo que hacemos los negros, los indios, los campesinos es ilegal.

Sería muy bueno que algún día, cuando llegue un actor armado yo le pueda decir: ¿qué busca con ese fusil? ¿Vivienda? Ahí está. ¿Salud? Ya tenemos. ¿Educación? Ya tenemos. Entonces, no hay ninguna razón para que usted cargue ese fusil.

–Yo soy uno de los que rechaza que llegue gente armada a mi pueblo. Pero cuando le he reclamado a la guerrilla, esa gente me responde que están luchando por educación, salud, un trabajo digno, saneamiento básico. Yo miro a mi alrededor y ninguna de esas cosas las tiene mi pueblo. Entonces, yo le pido al Gobierno que nos dé argumentos para decirles a los grupos armados que se vayan. ¿Cuáles son esos argumentos? Que tengamos salud, educación, vivienda digna..., etcétera. Me atrevo a decir que los grupos armados viven con una mentira verdadera: ellos dicen que necesitamos educación y yo digo que necesitamos educación, pero si yo por la vía legal no la he conseguido y no se ve que la vaya a tener, ¿qué le reclamo a los ilegales?

hacer y qué no hacer. Pero ahora, sin las FARC como dominador territorial y sin suficiente Estado que abarque las zonas apartadas, el territorio ha quedado en disputa.

Si compara la violencia de la época en que jugaron ruleta rusa con usted con la violencia actual, ¿ha cambiado en algo?

Rosemary no tarda en empezar a responder. Explica que antes del Acuerdo de Paz, las comunidades rurales actuaban conforme a las imposiciones de las FARC, aceptaban su ley aunque fuera tajante y mortal. La ventaja es que sabían qué

Los siguen matando: nuevo líder social es asesinado en Caquetá», «Asesinan a Raúl Buitrago, defensor de reservas ambientales en Caquetá», «No cesan los crímenes contra líderes sociales». Según la plataforma de periodismo La paz en el terreno, este homicidio fue el número 223 de líderes sociales tras la firma del Acuerdo de Paz. Quince días más tarde, los

Orwell: «Se bombardean aldeas indefensas desde el aire, sus habitantes son expulsados al campo; se ametralla el ganado, se pega fuego a las chozas con balas incendiarias: a esto se le llama pacificación.»

El cabo Mora aterrizó en Bogotá una mañana fría de septiembre de 2008.

Para mí, el caso de Jorge Luis fue parte de la campaña de exterminio de los jóvenes del pueblo por parte de la fuerza pública. Carmen de Atrato fue uno de los primeros lugares del país en donde se presentaron falsos positivos.

Que un victimario antes pudo haber sido una víctima; que una víctima después puede volverse un victimario.