Contactos peligrosos

—No hay problema. Yo habría hecho lo mismo. Solo estaba preocupada por si te estaba forzando o algo. Así que tú, es que… ¿ahora te gusta?

. Y entonces será mejor que te acostumbres a la idea de que te correrás mucho más, con todo lo que yo te haga, y te haré literalmente de todo.

—¡Sí, estoy bien! ¡Vuelve adentro y déjanos en paz! —El rostro de su compañera de piso adoptó un gesto dolido, y desapareció en el apartamento, cerrando la puerta de un portazo tras de sí.

—¿Cuántos años tienes?

—Unos dos mil años terrestres.

Verás, parece ser que no hay nada que nos cause más placer que beber sangre de una fuente viva durante el sexo. La experiencia es simplemente indescriptible.

una vez superado el miedo y el dolor de perder tu virginidad. Sí, también sé eso, pero esperaré a que te hagas a la idea de entregarte a mí. Pero una cosa, no tardes mucho: solo tengo cierta cantidad de paciencia disponible para ti.

tú hiciste que me dieran ganas de desnudarte allí mismo en medio del parque, para ver lo que había escondido bajo esta fea ropa tuya. Tuve que echar mano de toda mi fuerza de voluntad para dejarte marchar, y, cuando te has lamido el dedo tan sugestivamente en mi cocina, apenas he podido evitar arrancarte el albornoz y meterme entre tus piernas allí mismo, sobre la mesa de la cocina.

—Porque quiero follarte, Mia. ¿Es eso lo que temes oír y por lo que has estado actuando con tanto miedo todo el rato?

—No hace falta que te disculpes, Mia. Obviamente, estás mojada y tienes frío. Y estás herida. Déjame ver tus manos.

¿Qué, eh... —y tragó de nuevo— ¿qué quieres de mí?

—Por ahora, conversación. —Parecía como si estuviera a punto de reírse de ella, con esos ojos dorados haciendo arruguitas en las sienes.