Tardes de Otoño

El amor tiene muchas formas, niveles y manifestaciones. El amor no es lo que sientes cuando ves a alguien y sientes ganas de desnudarlo. Eso solo es atracción. Y puedes sentir atracción por cualquiera, pero... ¿amor? No, eso es mucho más especial. Mucho más exclusivo.

El amor se va formando poco a poco, día a día, con los pequeños detalles, con la complicidad y las sonrisas, con la confianza y el tiempo, con una relación cada vez más estrecha que transforma lo que al principio pudo ser cariño o atracción en algo mucho más fuerte, algo que no puede romperse y dura toda la vida.

Cuanto más lo pienso, más me doy cuenta de que eso es lo que teníamos tú y yo.

—No bromees con eso o te arrastraré conmigo a la ducha.

—Me encantaría verte intentándolo.

Voy a ducharme. Espérame por aquí.

—También puedo ir contigo.

—Tengo una sudadera de sobra que está a tu entera disposición.

—Aiden, tienes que dejar de prestarme ropa.

—Sí, debería empezar a quitártela y dejarme de tonterías.

—¿No tienes chaqueta? —preguntó.

—Se me ha olvidado y...

—Estaba teniendo una mala noche, pero acabas de alegrármela —me aseguró.

—Solo he venido, Aiden.

—Y eso ya es suficiente —sonrió como un crío.

—¿Por qué... me preguntas eso?

—Porque no me gusta ligar con chicas con pareja.

—Aiden me ha dicho que no lo aceptara.

Me quedé mirándola un momento, confusa.

—¿Cómo que no?

—Tengo órdenes de no hacerlo —sonrió como un angelito.

—La verdad es que no puedo. Lo siento.