¡Tenéis que hacerlo! —grita Warner.
—Pero no podemos… no podemos t-tocarla… —dice Sonia, conteniendo las lágrimas—. No tenemos forma de ayudarla…
—No me puedo creer que se esté muriendo —dice Sara con dificultad—. No pensaba que estuvieras diciendo la verdad…
—¡No se está muriendo! —dice Warner—. ¡No se va a morir! Por favor, escuchadme, os lo pido —dice, desesperado—, sí que podéis ayudarla… os lo he intentado explicar —dice—, lo único que tenéis que hacer es tocarme, y yo puedo quitaros vuestro poder… puedo servir como conexión, puedo controlar y redirigir vuestra energía… Por favor, escuchadme…
—No puede ser —dice Sonia—. No puede… Castle nunca nos dijo que pudieras hacerlo… nos lo hubiese dicho si pudieras hacerlo…
—Dios mío, por favor, escuchadme —dice, con la voz entrecortada—. No trato de engañaros…
—¡Nos has secuestrado! —gritan ambas al unísono.
—¡No fui yo! Yo no os secuestré…
—¿Cómo vamos a confiar en ti? —dice Sara—. ¿Cómo podemos saber que no fuiste tú quien se lo hizo?
—¿Por qué os da igual? —Ahora respira con dificultad. ¿Cómo puede ser que os dé igual? ¿Por qué os da igual que se esté desangrando? Pensaba que erais amigas…