¿Qué estaba sucediendo de verdad en aquel lugar? Había más…
Perdí el rumbo de mis pensamientos, que quedaron rotos en un fuego glorioso cuando Quincy, que ni siquiera me miraba a mí, sino a Daemon, deslizó la mano sobre mi pecho, directamente sobre mi pecho. Me sentí sacudida por la impresión, y la siguió una ira ardiente y una amarga repulsión. Cada parte de mí retrocedió para alejarse de él.
De pronto, estaba deslizándome por el suelo de madera y choqué contra un sillón de cuero vacío. Sobresaltada, levanté la cabeza y miré a través de los mechones de pelo apelmazado que habían caído sobre mi cara.