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Knjige
Robert Aickman

El Asilo y otros relatos de lo extraño

  • Fernandoje citiraoпрошле године
    No lograba quedarse dormida. Su mente había armado una danza diabólica
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    simplemente vivía sus emociones una tras otra sacándoles todo el jugo posible y, sin duda, dando todo de sí también.
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    Margaret vio todo más claro que en un libro: Mimí era muy atractiva; ella, en cambio, no. Y nada más en la vida, en el mundo entero, contaba de verdad. Nada de nada.
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    —¿Cuál es tu método favorito de suicidio?
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    Roper ya no le parecía tan cultivado ni encantador como hacia el final de la cena; ahora tenía destellos recurrentes de querer llamar la atención e incluso de ser un poco bobo. Lo exasperante era que ya no podía olvidar que le había parecido atractivo. En su cerebro flotaba, como el punto de luz en una columna de mercurio, ese impulso sobre el cual tenía poca experiencia y una opinión adversa. En otros asuntos, su mente estaba perfectamente clara, por lo que se sentía como dos personas, una que piensa y otra que quiere actuar. Quizás incluso había una tercera, la que siente, y en realidad se sentía muy cansada.
  • Fernandoje citiraoпрошле године
    Ninguno de los dos podía estar genuinamente interesado en el tema del otro. Todo era muy irreal, pero cómodo y placentero
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    daba la impresión de que ya no había ciudades, sólo pequeños neandertales de dientes largos agazapados detrás de las piedras, esperándolas para hacerlas pedazos
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    la chica misma se veía más enferma que seductora.
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    La armadura japonesa lo acechaba desde un rincón oscuro como había hecho el propio comandante cuando Gerald lo vio por primera vez.
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    Llévesela de aquí, hombre —lo instó el comandante con una ferocidad llena de desprecio.

    —En uno o dos días, quizá —dijo Gerald con amabilidad y paciencia—. Admito que Holihaven nos decepcionó.

    —Ahora. Mien‍
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