Lo que me da bronca de mí es no permitirme un arrebato: me dejo llevar, decido algo inesperado y, cuando está hecho, vuelvo atrás con un manojo de razones que contradicen y desbaratan ese impulso, lo implosionan, lo revientan. ¿Por qué no logro dejar de darle tanta vuelta a todo? ¿Seguir instintos naturales, como los demás, sin prejuzgar, juzgar y rejuzgarme? Quiero paz de mí, paz de mí para mí.