Virtudes mínimas para alcanzar la felicidad

«dos caminando juntos, un alma en dos cuerpos»

La persona sencilla es fina, como el hilo, no necesita resaltar, no quiere que se la vea.

Otra rareza más del ser humano: es el único animal que se viste.

La obediencia es voluntaria; solo estamos forzados a obedecer a nuestra conciencia, a nosotros mismos.

«Todos los crecimientos de que el hombre es susceptible —decía— son finitos, salvo uno, que es precisamente su propio perfeccionamiento como hombre. Crecer, perfeccionarse, como hombre es la más alta forma de crecimiento que existe».

«Para vivir honestamente —decía León Tolstói— hay que bregar, perder el camino, luchar, equivocarse, empezar, abandonar; de nuevo empezar y de nuevo abandonar, y luchar y perder eternamente». Porque «la tranquilidad —añadía— es una bajeza del espíritu».

política, dinero, quedar bien, estatus social, ganar más, sacrificarnos menos, tener…,

todos, en esta vida, somos huéspedes.

La persona hospitalaria, por el contrario, es la que abre la puerta, pero también su mente. La que acoge a los demás y los acepta como son: simplemente diferentes.

El generoso no aspira a vivir satisfecho, sino a ser feliz.