es
Knjige
Charles Perrault,Wilhelm Grimm,Ludwig Tieck,Jacob Grimm

Caperucita Roja

  • Rebeca Martínezje citiraoпрошле године
    —Abuelita, ¡qué dientes tan grandes tienes!

    —¡Son para comerte!
  • Rebeca Martínezje citiraoпрошле године
    —¡Son para verte mejor, niña mía!
  • Rebeca Martínezje citiraoпрошле године
    Y diciendo estas palabras, el malvado Lobo se arrojó sobre Caperucita Roja y se la comió.
  • Rebeca Martínezje citiraoпрошле године
    Caperucita Roja salió en seguida para ir a casa de su abuela, que vivía en otro pueblo. Al pasar por un bosque, se encontró con el compadre Lobo, a quien le entraron muchas ganas de comérsela, pero no se atrevió, porque había algunos leñadores por la floresta.
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    —Ve a ver cómo anda tu abuela, pues me han dicho que estaba enferma. Llévale una torta y este tarrito de mantequilla.
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    Había una vez una niña de pueblo, la más bonita que hubieseis visto; su madre estaba loca con ella, y su abuela más loca todavía. Esta buena mujer encargó para ella una caperuza roja que le sentaba tan bien que todos la llamaban Caperucita Roja.

    Un día, su madre, que había cocido y hecho tortas, le dijo:
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    Le preguntó adónde se dirigía. La pobre niña, que no sabía lo peligroso que es detenerse a escuchar a un lobo, le dijo:
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    Caperucita Roja se desnuda y va a meterse en la cama, donde se queda muy sorprendida al ver el aspecto que ofrece su abuela en paños menores. Le dice:

    —Abuelita, ¡qué brazos tan grandes tienes!

    —¡Son para abrazarte mejor, hija mía!

    —Abuelita, ¡qué piernas tan grandes tienes!

    —¡Son para correr mejor, niña mía!

    —Abuelita, ¡qué orejas tan grandes tienes!

    —¡Son para oír mejor, niña mía!

    —Abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes!
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    —Soy tu nieta, Caperucita Roja, y te traigo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre te envía.

    El Lobo le gritó, suavizando un poco la voz:

    —Tira de la llave, que caerá el pestillo.

    Caperucita Roja tiró de la llave y la puerta se abrió.

    El Lobo, al verla entrar, le dijo mientras se ocultaba en la cama bajo la manta:

    —Pon la torta y el tarrito de mantequilla encima del baúl y ven a acostarte conmigo
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    El Lobo tiró de la llave y la puerta se abrió. Se arrojó sobre la buena mujer y la devoró en un periquete, pues hacía más de tres días que no había comido. Luego cerró la puerta y fue a acostarse en la cama de la abuela, esperando a Caperucita Roja, que llegó un poco después y llamó a la puerta: «Toc, toc».

    —¿Quién es?

    Caperucita Roja, que oyó el vozarrón del Lobo, tuvo miedo al principio, pero, creyendo que su abuela estaba resfriada, respondió:
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