a marquesa de Rambouillet, sus amigas y los hombres que las acompañaban en aquellas veladas hablaban sin límites —y de forma novedosa— sobre los estados de ánimo, los sentimientos, las pasiones, los vicios y las virtudes (en un sentido laico), sobre la relación de cada uno consigo mismo —tema fundamental de la cultura europea moderna— y, por supuesto, con los demás.