Tengo mi bolsillo vacío. Se me escapó con un ruido “tin”, la última moneda que me quedaba. Nada echo de menos. El mundo no pesa ni se aligera. Si digo “No”, no es más que “No”. Entre paréntesis, basta desmayarse o despertarse. Quiero decir, un higo se hace higo en el otoño, y yo me haré, eso es, un viejo nihilista, claro que sí, una oscuridad infintamente clara.