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Knjige
Isabel Zapata

Troika

  • Montserrat Almazán (Literalmente)je citiralaпре 10 месеци
    esa noche, en el departamento nuevo de Inés, Francisca no soñó
  • Montserrat Almazán (Literalmente)je citiralaпре 10 месеци
    A veces, cuando el cuerpo celeste de mi madre se queda quieto, podemos observarlo de cerca y pensamos que hemos entendido algo. Hasta que toma impulso, vuelve a lanzarse y le perdemos la pista
  • Montserrat Almazán (Literalmente)je citiralaпре 10 месеци
    Me siento una niña, o puede que sea ella la que se está haciendo pequeña, más pequeña que yo. Sí: es ella la que está sacudiéndose la edad, suavizando las partes más rugosas de su temperamento.
  • Montserrat Almazán (Literalmente)je citiralaпре 10 месеци
    He ido perfeccionando con relativo éxito el arte de perder,
  • Claudia Ferrerje citiralaпрошле године
    fuera de hacerla resistente al paso del tiempo, no había nada que quisiera cambiar en ella.
  • Zeltzin Mirandaje citiraoпре 6 дана
    Escribo para que mi perra siga viva. Escribo y estiro la mano hacia la memoria, esa estatua que tocamos en el mismo punto una y otra vez, para tener buena suerte o para garantizar que volveremos a cierta ciudad. Al tocarla la hago brillar, inútilmente.
  • Zeltzin Mirandaje citiraoпре 6 дана
    Era un museo sencillo, un himno mudo que no bastaba para consolarla.
  • Zeltzin Mirandaje citiraoпре 10 дана
    Troika fue la primera, y me enseñó lo que significa la verdadera compañía. A partir de entonces nunca estuve menos sola que cuando estaba sola.
  • Zeltzin Mirandaje citiraoпре 11 дана
    Al principio ni yo misma tenía claro qué era exactamente lo que extrañaba: si a Troika o a Francis o al universo paralelo que formábamos las tres juntas. Estaba aburrida y sola, eso lo sabía.
  • Zeltzin Mirandaje citiraoпре 13 дана
    Si bien era difícil de creer que el fuego hubiese reducido a Troika a algo que se puede vaciar en un agujero, tenía sentido imaginarla vuelta una con la tierra. La idea de desaparecer siempre me había resultado tentadora: debajo de las cobijas, entre la gente que escoge jitomates en el mercado, en la punta de las olas que intentaba domar los veranos de playa. Que aquel cuerpo amado se mezclara con gusanos y hojas y sol y lluvia hasta disolverse por completo me pareció un destino envidiable.
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