Cabría pensar que al modificar la geometría de la calle reduciendo el ancho de los carriles y aumentando, por lo tanto, la proximidad entre vehículos se crearán unas condiciones que propiciarán las colisiones y la competencia por el espacio. Sin embargo, cuando los conductores se encuentran de repente en un espacio más reducido, ocurre algo curioso: tienden a ser más prudentes y a circular más despacio