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Knjige
Dubravka Ugrešić

El Museo de la Rendición Incondicional

  • Adal Cortezje citiraoпре 9 дана
    La memoria es, creo yo, un sustituto de la cola que perdimos para siempre en el afortunado proceso de la evolución. Dirige nuestros movimientos, incluida la migración. Además de eso, hay algo claramente atávico en el propio proceso del recuerdo, aunque solo sea porque dicho proceso nunca es lineal. Además, tal vez cuanto más recordamos más cerca estemos de la muerte.
    Si es así, es bueno que nuestra memoria falle. Sin embargo, lo que hace con mayor frecuencia es enrollarse, retroceder, desviarse en todas las direcciones, como una cola, como debe hacer nuestra narración, aun a riesgo de parecer incoherente y aburrida. Al fin y al cabo, el aburrimiento es el rasgo más frecuente de la existencia y nos preguntamos por qué tuvo tan poco predicamento en la prosa decimonónica, que tanto se esforzó por alcanzar el realismo. Pero, aun cuando un escritor esté perfectamente equipado para imitar en el papel las más sutiles fluctuaciones mentales, el esfuerzo por reproducir la cola en todo su esplendor en espiral está condenado al fracaso, pues la evolución no fue gratuita. La perspectiva de los años endereza las cosas hasta el punto de borrarlas totalmente. Nada nos las devuelve, ni siquiera las palabras escritas con las volutas de sus letras.
    JOSEPH BRODSKY, Menos que uno
  • magditaje citiralaпре 2 месеца
    Lo quería, pero acepté el concepto de la muerte como tal bastante tranquila, sintiéndome culpable por mi propia rigidez
  • magditaje citiralaпре 3 месеца
    Las fotografías propias son memento mori. Hacer una fotografía es participar en la mortalidad, en la vulnerabilidad, en el cambio de otras personas (o cosas).
    Precisamente recortando y congelando ese momento, todas las fotografías testifican el derretir implacable del tiempo.»
  • Sócrates Ramírezje citiraoпрошле године
    fotografía es la reducción del mundo infinito e insuperable a un rectangulito. La fotografía es nuestra medida del mundo. La fotografía también es el recuerdo. La memoria es la reducción del mundo a rectangulitos. La inclusión de los rectangulitos en un álbum es una autobiografía.
  • Sócrates Ramírezje citiraoпрошле године
    En mi más temprana infancia solía cubrirme los ojos con las palmas de las manos y pronunciaba: «No estoy»; y luego, quitando las manos, decía: «Ya estoy». Lo segundo provocaba una alegre y chillona aprobación de los presentes. «¡Estaaaás!»
    Este juego infantil, el más elemental —que inculcaba en la conciencia las nociones: estoy, existo (o sea, veo), y no estoy, no existo (o sea, no veo)—, tuvo una versión algo más adulta.
  • Sócrates Ramírezje citiraoпрошле године
    —A veces me parece que ni siquiera he vivido…
    —La vida no es sino un álbum de fotografías. Solo lo que está en el álbum existe de verdad. Lo que no está en el álbum nunca ha existido —dice mi amigo.
  • Sócrates Ramírezje citiraoпрошле године
    Sin embargo, ese mismo año —cuando cambiaron los nombres de las calles, cuando cambió la lengua y el país y las banderas y los símbolos; cuando cambiaron los nombres de las instituciones, de los colegios, de los trenes y de los aviones; cuando el bando malo se convirtió en el bueno, y el bueno de golpe en el malo; cuando unos empezaron a tener miedo de sus propios nombres, cuando otros no tenían miedo por primera vez; cuando los unos masacraban a los otros y los otros masacraban a los unos; cuando irrumpieron los ejércitos de diferentes distintivos, cuando irrumpió el más fuerte para aniquilarlo todo de la faz de su país; cuando horribles calores desolaron el país;
  • Sócrates Ramírezje citiraoпрошле године
    Una fotografía traidora descubriría mis zapatitos con las puntas cortadas y abriría ante mí el mundo de la pobreza de la posguerra
  • Sócrates Ramírezje citiraoпрошле године
    Más tarde me he preguntado por qué el guionista secreto de la vida inventó para un dolor tan real un guion de despedida tan irreal.
  • Sócrates Ramírezje citiraoпрошле године
    Me daría largas y frecuentes duchas para que no oyera mi llanto. Bajo el agua caliente sentiría un agradable consuelo húmedo mezclado con un fuerte sentimiento de pérdida. Varias veces decidiría con firmeza que en ese momento me levantaría, llamaría a un taxi, cogería mi bolso de viaje, daría un portazo y le dejaría para siempre, pero no, me quedaría clavada con mi incontrolable sentimiento agridulce de desgracia. Me parecería que estábamos encerrados en una bola de cristal kitsch, como unos maltrechos Adán y Eva devueltos al árbol del paraíso; me parecería que alguien daba la vuelta a la bola, que nevaba sobre nosotros; que daba completamente lo mismo que estuviéramos vivos o muertos. Por la noche me despertaría su gemido, tan femenino, tan como el mío. Aquella misma paralización extraña no me permitiría estirar el brazo y abrazarlo.
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