El hombre invisible

La llegada del hombre desconocido

‐¡Mañana!, ¿no puede ser antes?‐.Y pareció disgustado, cuando le respondieron que no.

‐¿Está segura? ‐continuó diciendo‐. ¿No podría ir a recogerlo un hombre con una carreta?

La señora Hall aprovechó estas preguntas para entablar conversación.

‐Es una carretera demasiado empinada ‐dijo, como respuesta a la posibilidad de la carreta; después añadió‐: Allí volcó un coche hace poco más de un año y murieron un caballero y el cochero.

Estaba sentado en un rincón de espaldas a la ventana.

aya!, nunca...» iba susurrando mientras se acercab

no sucumbió al miedo y se dio la vuelta para seguir durmiendo

No se le veía nada excepto la punta, rosada, de la nariz.

ecobraron del susto, la señora H

Cuando la señora Hall le subió la comida, estaba tan absorto en su trabajo

Dice que no quiere ayuda de nadie‐dijo, contestando a lo que su mujer le preguntaba‐ . Será mejor que acabemos de descargar el equipaje

Sandy Wadgers, el herrero, exponía sus propias opiniones sobre los hechos acaecidos; había también un grupo de mujeres y niños que no dejaban de decir tonterías:
‐A mí no me hubiera mordido, seguro.
‐No está bien tener ese tipo de perro.
‐Y entonces, ¿por qué le mordió