Cuarto de hotel

Hay lugares que se tocan
en el filo
de lo que somos;

Y es que
lo que se acerca,
lo que nos habla
y nos agarra de los hombros con fuerza,
lo que nos grita y nos sacude es la lluvia,

Y su lámina de oro
Esta quebrantadura que nos lleva de golpe
a tomar aire, a salir hasta la superficie
y su lámina de oro ¿qué aguas remueve?
¿qué reflejo insoslayable
en su fondo
de oscura urdimbre
y fugaz (de ardiente brevedad) abre,
concede?

Esta verdad oscura, esta oscilante levedad

Si no fuera por uno que otro niño que en ocasiones
voltea y sostiene nuestra mirada, dudaría
que estamos aquí.

Buscamos aferrarnos a la intuición de un color,

Todo lo desdice en silencio,
todo lo quiebra.

pero aquí nadie escucha, y ahí,
también ahí me tienen sola.

La línea de estar aquí habla apaciblemente, la línea
que nos envuelve
y nos da sedimento. La que murmura
en el otro cuarto; la que imita tu voz. Esa
que te desdice y suelta
tu estar ahí, tu ver ahí configurándose.
Que lo deja caer.

Los cuartos no son como deben ser
Los cuartos no son como deben ser
ni son la suma que aparentan.