No solo la muerte y el tiempo son una cárcel, también la percepción de la realidad está limitada por los desenlaces más esperados. Estas historias iluminan la nostalgia de un mundo que se fue o que no llegó a permanecer. Santiago, el centro, sus oficinas y oficinistas atrapados en una rutina sin sentido; la cordillera y la Isla Grande de Chiloé habitada por recuerdos que ya no corresponden; Plaza Italia, las micros amarillas que se pagaban con monedas y el tren al Cajón del Maipo.
El despliegue narrativo preciso e inagotable de estos cuentos busca cortar las cadenas que los predestinan. El lenguaje será su único pero potente recurso de libertad.